Ramadán en Abu Dhabi

El domingo, 26 de Junio de 2014, pasará a mi historia por ser mi primer día en Abu Dhabi y uno de los días que más hambre y calor he pasado.

El alba marca el comienzo del Ramadán. Durante un mes los fieles musulmanes no podrán comer, ni beber, ni fumar ni tener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta de sol, unas 16 horas por día de “penurias”.

¿En qué afecta el Ramadán a un no musulmán que se encuentra en un país como Emiratos Árabes? Pues tampoco puedes beber ni comer en la calle y si te atreves a hacerlo, no dudarán en ponerte una cuantiosa multa.

El primer revés ha sido encontrarnos sin desayuno en nuestro hotel y tener que irnos a otro cuyo restaurante estaba tapado por cortinas opacas para que ningún musulmán nos viera zampar. Lo siguiente ha sido llegar a Abu Dhabi y tenernos que meter en el baño de la estación para comernos un plátano a escondidas. ¡Que nadie nos vea!

Misión cumplida, estamos en la mezquita Sheikh Zayed donde me visten de “gala” para la ocasión con una abaya. Que esta mezquita es un derroche de arte, es algo que no podemos negar a los árabes.

A la entrada, flanqueando el monumento, jardines y estanques de agua donde se reflejan los arcos. Columnas inmaculadas decoradas con flores dan paso a un patio con cuatro altísimos minaretes, ejemplo de la simetría transformada en arte. Cómo es Ramadán el patio está lleno de alfombras y ventiladores para la hora del rezo.

El mármol italiano, blanco impoluto, hace que vayas “guiñao” con el reflejo todo el recorrido. Las enormes cúpulas le dan un aire tan grandioso como al Taj Mahal.

Te descalzas, entras, cruzas la puerta hacia la sala del rezo, libros del Corán cerrados y por el altavoz un sonido ajeno a mis oídos “lalala la laal lala”. En el interior de Sheikh Zayed aparecen las joyas de India, alfombras de Irán hechas a mano, brillantes lámparas con cristales de Swarovski…más y más detalles dondequiera que mires.

¡¡Me ha parecido espectacular!! Es la mezquita más moderna que he visto (2007), comparable en tamaño a la mezquita de Hassan II en Casablanca y comparable en belleza que NO en historia a Jama Masjid en Delhi.

Termina la visita a Sheikh Zayed y esto hace que nos demos cuenta del suplicio del Ramadan: 40 grados y sin poder beber y, apenas comprar, agua en la calle. En la estación encontramos una tienda donde venden bebidas que no podemos disfrutar sin escondernos a beber en el almacén o la trastienda.

Volvemos a Dubai, llevamos 9 horas sin probar nada. Desesperados buscamos un sitio donde venden hamburguesas para llevar. De nuevo, escondidos, esta vez en la habitación del hotel.

Quedan 30 días de Ramadan, 30 noches en las que los musulmanes se comerán todo lo que no se comieron por el día. Los buffets nocturnos están más solicitados que en cualquier otra época del año. Conclusión: no entiendo el Ramadán.