El domingo nos dirigimos a los pueblos mancomunados. En la estación de Oaxaca de segunda clase cogemos una camioneta y vaya camioneta.
Cada vez que pisaba el freno temblaban asientos, ventanas…un trasto! jajaja. La camioneta nos para en una carretera de montaña y desde ahí hasta la primera aldea, Benito Juarez, son 4km por el monte.
Los pueblos mancomunados son 7 aldeas cuya población desciende de tribus zapotecas. Nuestro guía para la caminata a Cuajimoloyas era Amador, un chico de 22 años que pertenecía a la comunidad y que durante las 3 horas de senderismo me enseñó un montón de cosas.
Me contó que los pueblos mancomunados tenían sus propias leyes. A la edad de 18 años podías empezar a trabajar para la comunidad y cada dos años se repartían de nuevo los cargos mediante una votación.
Con las subvenciones que han conseguido han construido puentes colgantes y tirolinas para moverse entre las aldeas. Otra cosa que me llamó la atención fue que, entre las comunidades a veces usan el trueque como forma de comercio. Amador me confesaba que las pocas veces que había ido a la ciudad había sido para vender la cosecha de sus tierras.
Y lo que más me gustó es que estos pueblos aún conservan su lengua nativa, el zapoteco. Nos contaba Amador que en el colegio les enseñan en Zapoteco y en Español. Es un placer pasearse por unos pueblos mexicanos y no entender nada de lo que hablan. Esto es cultura que no debe perderse. 😉
Mañana más. Un besote 🙂