“Me acuerdo del Renault 13 azul marino de mi madre que tenía la carrocería llena de agujeros de bala y cada vez que caía un obús en el barrio volaba el parabrisas. Mi madre se cansó de cambiarlo”. Zeina Abirached
“¿Pero es seguro?”, me decían. Comencé a tener la sospecha de que la guerra de Beirut se había quedado enquistada en las conciencias de la gente. Sin embargo, han de saber que esa guerra acabó hace 28 años y que en este tiempo la ciudad ha pegado un giro.
En el barrio de Downtown donde he pasado varios días, lo primero que vi de Beirut fue mucho dinero, lujo, coches prohibitivos para la mayoría del planeta y de esos que hacen ruido para aparentar, restaurantes de nivel con hombres y mujeres empeñados en vestirse como de boda un día cualquiera, limpieza en las calles y edificios nuevos porque esta zona de la ciudad ha sido totalmente reconstruida.
Pero también vi desde un primer momento que en Beirut era libre de vestirme como quisiera abarcando desde shorts o minifaldas hasta un burka, que encontrar alcohol en los restaurantes no era una excepción y que encontrar a gente de distintas religiones iba a ser el pan de cada día.
“Me acuerdo que durante la guerra el autobús del colegio no pasaba por nuestro barrio porque sus calles estaban muy cerca de la línea verde”. Zeina Abirached Continue reading