Ring ring, las 6.00 am, amanece en Chivay. Mucho frío, así que me dejo el pijama debajo de la ropa. ¿A qué se debe semejante madrugón?
Me dirijo a la cruz del Cóndor, un mirador/paraje privilegiado para ver la profundidad del cañón de Colca y observar el vuelo del cóndor entre las 9 y las 12 de la mañana. Lo que más me llamó la atención es que cuando despliega sus alas puede medir hasta 3.5 metros de la punta de un ala a la otra. ¡Qué bestia! jeje.
Está en peligro de extinción debido a que los pueblos andinos están evolucionando y los cóndores pequeños suelen morir en los tendidos eléctricos.