La noche ha sido dura porque la gente ronca y además madrugan demasiado. ¿Esto es una peregrinación o una penitencia? En cuanto uno enciende la luz, ya no hay manera de dormir así que…a caminar!
Salimos de Zubiri por el puente gótico y desde el principio de la etapa vemos que el paisaje cambia. Dejamos los bosques pirenaicos y pasamos a caminos más abiertos con vistas a extensas praderas.
Durante un largo tramo de camino vamos paralelos al río Arga. Baja con tanto caudal que por unos momentos me hace soñar con una canoa que me lleve directa a Pamplona. El ruido del agua y del bosque me produce un sentimiento de relajación, otra de las cosas que he venido a buscar al Camino de Santiago. A medida que nos adentramos en Navarra aparecen pueblos cada pocos kilómetros.
En Zuriain, mitad de la etapa, tenía pensado desayunar. Qué desilusión cuando llego y no hay bar. Por suerte llevo en la mochila un poco de pan, fiambre y frutos secos que disfruto sentada en el puente sobre el río.